Blas de Prado – Cabeza de monje

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PE-301
Cabeza de monje
Blas de Prado
oleo/tela
20,2 x 15,5 cm
XVI

Blas de Prado (c. 1545-1599), fue un destacado pintor manierista español. Pertenece a la Escuela de Pintura Española del Siglo XVI. Los elogios de sus contemporáneos atestiguan el prestigio del que gozó en su tiempo. Aunque son muy pocas las obras de su mano que se han conservado.

Trabajó para la Catedral de Toledo y otras iglesias de su arzobispado, así como para el rey Felipe II y el jerife de Fez. La fuerte influencia italiana, descartado un posible viaje, se explicaría por sus relaciones con El Escorial y la utilización de estampas de aquella procedencia.

Así en 1583 en Toledo realizó unos retratos de la familia real para decorar uno de los arcos triunfales para recibir las reliquias de Santa Leocadia. Después trabajó en la restauración de los frescos pintados por Juan de Borgoña en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo. Y también realizó los escudos de armas de los prelados y sus inscripciones.

Posteriormente fue llamado a El Escorial para realizar la tasación de las pinturas de Pellegrino Tibaldi y otros maestros italianos. También tuvo que examinar los «adornos» hechos para la Santa Margarita de Tiziano y una copia de la Última Cena de Leonardo da Vinci.

Tras la petición del soberano de Fez a Felipe II de un famoso pintor Blas de Prado emprendió viaje a Marruecos para retratar a los miembros de la corte.  Así se produjo un viaje que dejó profunda huella entre sus contemporáneos. Fué el mismo Lope de Vega quién en su memorial en defensa del arte de la pintura dijo:

«El Rey de Fez escribió al señor Felipe II le enviase un Pintor y le respondió que en España había dos suertes de Pintores; unos vulgares y ordinarios y otros excelentes e ilustres. Y otros eran razonables, y otros malos ¿Y que cuál de aquellos quería? Respondió el Moro que para los Reyes siempre se había de dar lo mejor. Y así fue a Marruecos Blas de Prado Pintor Toledano de los mejores de nuestra edad, a quien el Moro recibió con honras extraordinarias»

También Francisco Pacheco afirmo que vió unos lienzos de frutas muy bien pintados. Así sitúa a Blas de Prado  en los orígenes del bodegón español. Aunque ninguno de su mano se haya conservado.

Tras su regreso a Madrid retomó sus contactos con las iglesias del arzobispado de Toledo. Pues ya en marzo se le encuentra trabajando en el dorado del retablo de Villarrubia de los Ojos. Poco más tarde, en 1599 falleció en Madrid, dejando como heredera a su madre.

Bueno, con alguna pérdida superficial por desgaste. Firmado en el reverso de la tela