Carlos de Haes – Paisaje

Categorías: ,
PE 302
Paisaje
Carlos de Haes (atribuido)
Óleo sobre cartón
17 x 24
XIX

Carlos de Haes nació en Bruselas en 1826, pertenece a la Escuela de Pintura Española del Siglo XIX. Destacó por su pintura al óleo en diversos soportes principalmente de paisajes.

Debido a imperativos económicos, su familia se trasladó a España en 1835, instalándose en Málaga. Una vez allí tomó sus primeras nociones de dibujo del pintor canario Luis de la Cruz y Ríos (1776-1853). Su segundo maestro fue, a partir de 1850, Josep Quinaux (1822-1895). Así este pintor belga le guiaría durante los cinco años de estancia en su país de origen.

En ese periodo visita los estados vecinos y pinta sus primeros paisajes —de espíritu tardorromántico— y llega a participar en el Salón de Amberes de 1855. Regresó a España, donde hizo amistad con Juan Federico Muntadas, heredero, tras la Desamortización del Monasterio de Piedra. En este recinto realizó muchos apuntes y cartones destacándose la Vista tomada en las cercanías del Monasterio de Piedra. Esta obra al llevarse al lienzo fue premiado con una primera medalla en la Exposición Nacional de 1858.

En 1857 ganó la oposición a la Cátedra de Paisaje en la Escuela Superior de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Después consiguió el primer galardón en la Exposición Nacional Española. Culmina este buen periodo de su vida en 1860, cuando fue elegido académico de número en San Fernando.

Su discurso de ingreso, titulado «De la pintura de Paisaje Antigua y Moderna», constituye un excelente autógrafo de su ideología pictórica. Entre 1871 y 1876, el maestro promovió campañas veraniegas en el Norte de España (Picos de Europa, País Vasco). Luego, rodeado de alumnado más selecto, se extendieron al País Vasco francés, Bretaña, Normandía y Frisia, al norte de Holanda. Así estas experiencias plenairistas supondrían la formación en el ejercicio de la pintura del natural de toda una generación de paisajistas. Y con ello la mayor antología de la pintura española al aire libre.

Tras la prematura muerte de su mujer en 1876, el viejo Beruete y el joven Jaime Morera serán sus compañeros de viaje, especialmente el catalán. Viajes sentimentales y reales desentrañando el paisaje de Normandía, Frisia, País Vasco y Bretaña. Así sus últimos bosquejos de 1897, durante una estancia en Algorta, al cuidado de Morera y su esposa en la finca de «Jardigane». Su testamento autógrafo dejaba a Jaime Morera y a Luis Roig —como albaceas aún vivos— libertad para el reparto de todos sus bienes.

Finalmente fue Morera el gran gestor del legado, consiguiendo que se dispusiera una «Sala Haes» en el recién creado Museo de Arte Moderno. Pero no pudieron evitar que el fabuloso legado del maestro se dispersara en los años siguientes.

Lo mejor de su extensa obra (cuatro mil cuadros y apuntes) se puede ver en el Museo de Málaga. También en el Museo de Arte Jaime Morera (legado Jaime Morera, 80 piezas) y en el Museo del Prado. Así fue esta institución la que recuperó 183 obras del conjunto originalmente donado al desaparecido Museo de Arte Moderno.

Bueno