Bartolome Esteban Murillo – Aparición del niño a San Antonio de Padua

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Aparición del niño a San Antonio de Padua
Bartolomé Esteban Murillo
Carboncillo y sanguina sobre papel
16,3 x 14,3 cm
Verjurado adherido, de antiguo, a otro soporte también de papel grueso.
Probablemente, boceto del año 1656 de la pintura existente en colección particular de Sevilla, después del encargo del Cabildo en ése año para la pintura definitiva
1656

Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, bautizado el 1 de enero de 1618–3 de abril de 1682) fue un pintor barroco español.

Formado en el naturalismo tardío, evolucionó hacia fórmulas propias del barroco pleno con una sensibilidad que a veces anticipa el rococó en algunas de sus más peculiares e imitadas creaciones iconográficas, como la Inmaculada Concepción o el Buen Pastor en figura infantil. Personalidad central de la escuela sevillana, con un elevado número de discípulos y seguidores que llevaron su influencia hasta bien entrado el siglo XVIII, fue también el pintor español mejor conocido y más apreciado fuera de España, el único del que Sandrart incluyó una breve y fabulada biografía en su Academia picturae eruditae de 1683 con el Autorretrato del pintor grabado por Richard Collin.​ Condicionado por la clientela, el grueso de su producción está formado por obras de carácter religioso con destino a iglesias y conventos sevillanos, pero a diferencia de otros grandes maestros españoles de su tiempo, cultivó también la pintura de género de forma continuada e independiente a lo largo de buena parte de su carrera.

Por lo que respecta a la presente obra, es muy probable que sea el boceto a que aludíamos anteriormente ( Ver Catálogo razonado de E. Valdivieso Pág. 498 Nº 332)

La pintura definitiva se conserva, según Valdivieso, en colección particular sevillana y es, prácticamente, igual al presente dibujo en la composición y los rasgos generales. Únicamente se observa un cambio de criterio del artista en la posición del libro sobre el que aparece Jesús, algo más girado en el dibujo, en el que se abocetan igualmente mucho más los angelotes que acompañan a la composición principal así como el hábito del monje.

Viendo el catálogo razonado de dibujos de Murillo, de Manuela Mena Marqués, se observan varios ejemplos de dibujos relacionados con obras definitivas (óleos), con una estructura similar al que les ofrecemos, prácticamente iguales (sin modificaciones apreciables) a la obra consolidada, por lo  que el paralelismo con nuestro dibujo cobra, si cabe, aún más fuerza en su atribución.

Según el texto del catálogo razonado de Manuela Mena, en su Pág. 15, se indica, refiriéndose a los nuevos dibujos aparecidos ó por aparecer (sic) : «en su mayor parte forrados de antiguo sobre gruesos papeles que impiden el fundamental estudio del soporte original» cosa que sucede literalmente en nuestra obra.

Asimismo, en su pág. 37, indica, refiriéndose a algunos dibujos, como el nuestro (sic): «es importante el gusto por el colorido a partir del lápiz rojo y del negro, que produce efectos de gran belleza y un profundo sentido naturalista al haber reservado el artista rigurosamente la sanguina para las carnaciones y el lápiz negro para los cabellos, ropajes, elementos del paisaje y objetos, como libros».

Arrugas y alguna pérdida de papel que no afectan al área dibujada.
Colección del Carmen