Luca Signorelli-El diablo llevando a las mujeres réprobas al infierno

DIT 120
El diablo llevando a las mujeres réprobas al infierno
Luca Signorelli
Sanguina sobre papel
43 x 32 cm
verjurado
Atribución en reverso
XVI

Luca d’Egidio di Ventura de Signorelli conocido como Luca Signorelli o Luca da Signorelli (Cortona, ¿1445? – 1523) fue un pintor cuatrocentista italiano. Se trata de uno de los grandes maestros de la llamada Escuela de Umbría. Aventajado discípulo de Piero della Francesca del que aprendió su tratamiento de la perspectiva, mientras que su pericia en el dibujo de la anatomía se debe al influjo de Antonio del Pollaiuolo.  Completó su formación con breves estadías en Florencia. Al interesarse por el arte florentino pronto se diferenció de Piero della Francesca merced a su capacidad de plasmar el movimiento. Signorelli ya desde sus obras juveniles presenta un lenguaje original que a la serena espacialidad pierfrancescana aúna el vibrante dinamismo lineal de Pollaiolo y del Verrocchio, como se puede observar en el estandarte procesional de la Flagelación de Cristo – c. 1475, Brera- . Aún más, al marchar a Roma en 1482, trabajó en la realización de parte de los frescos de la Capilla Sixtina (particularmente las partes dedicadas al Testamento y a la Muerte de Moisés). Es en esa época cuando se nota el paso a una madurez en la realización de Signorelli, máxime cuando produce obras que se incluyen entre las mayores exponentes del intelectualismo florentino derivado de la escuela neoplatónica de Marsilio Ficino; es así que en las obras de Signorelli (como en la de Leonardo entre otros) se encuentran complejas referencias simbólicas y literarias que son exaltadas mediante una soberbia estructuración espacial, una opulenta elaboración cromática y un consecuente relieve pleno de plasticidad en las figuras por él diseñadas. Su especial libertad en el modo para tratar los temas, la especial utilización de los efectos lumínicos así como el dramatismo de muchas de sus composiciones le confieren a su obra un elevado valor dentro del Renacimiento. Tras su estadía en Roma, ya de regreso a su ciudad natal, puede decirse que Signorelli realiza las primeras obras de su madurez, caracterizadas por las formas angulosas, los colores intensos y un especial talento dramático en el uso de la luz. Su estilo posee una gran tensión que se hace evidente en la tendencia de las figuras a trascender el límite de la perspectiva que señala el marco de la obra -que se observa especialmente en la Adoración de los Reyes Magos y en el San Sebastián-. Esta tensión se patentiza aún más en sus frescos. De este modo, entre 1484 y 1490 Signorelli realizó numerosas obras de composición cada vez más compleja, siendo culminante su arte en su desempeño como fresquista. Sus grandiosos ciclos comenzaron por la abadía del Monte Oliveto Maggiore (allí trabajó en colaboración con il Sodoma), en las escenas de la Vida de san Benito abad. Desde el monasterio de Monte Oliveto Maggiore cerca de Siena, Signorelli marchó a Orvieto donde produjo su obra maestra, los frescos en la capilla de S. Brizio (entonces llamada la Cappella Nuova), en la catedral. Las obras de Signorelli en las bóvedas y en las paredes superiores representan los acontecimientos referidos al Apocalipsis y el Juicio Final. Las escenas comienzan con la Predicación del Anticristo, y pasó al Día del Juicio Final y La resurrección de la carne. Ocupan tres vastos lunetos, cada uno de ellos con una única composición narrativa continua. En una de ellas, el Anticristo, después de sus portentos e impías glorias, cae de cabeza desde el cielo, cayendo en una multitud de hombres y mujeres. Los acontecimientos del Juicio Final llenan la bóveda y las paredes alrededor del altar: Paraíso, los Elegidos y los Condenados, el Infierno, la Resurrección de los muertos y la Destrucción de los réprobos. Todos estos frescos, inspirados en la Divina Comedia de Dante que realizó entre 1499 y 1502, constituyen sus capolavori (obras maestras), siendo por su apasionada violencia expresiva, la crudeza de la realización pictórica y la complejidad iconográfica los precedentes más significativos de Miguel Ángel y Rafael.

Bueno