Luca Giordano – Olindo y Sofronía

DIT 193
Olindo y Sofronía
Luca Giordano
Pluma y aguada sobre papel
32,7 x 40 cm
Verjurado, corondeles verticales a 28 mm
Filigrana no identificada ( Imagen adjunta ). Firmado abajo a la izquierda. Boceto para el óleo definitivo en el Palacio Real de Génova.
1680

Luca Giordano (Nápoles, 18 de octubre de 1634-ibidem, 3 de enero de 1705), pintor barroco italiano. En España fue también conocido como Lucas Jordán, por la castellanización del nombre.

Aunque hijo de un modesto pintor, Antonio Giordano, la amistad con José de Ribera marcaría su vida. Luca empezó a temprana edad a trabajar con Ribera en su taller napolitano, y debido a la gran influencia del artista español y a los numerosos viajes por Roma, Venecia y otras ciudades, en busca de un mayor conocimiento de las diferentes técnicas de la época, se convierte en uno de los mejores artistas del barroco. Fue ayudante de Pietro da Cortona en Roma profundizando en los aspectos decorativos hacia 1650. La creación del Hombre, fresco en el Palacio Medici Riccardi en Florencia, 1684-1686. Es singularmente famoso por su rapidísima producción y su versatilidad; efectuará imitaciones «a la manera de» Rafael, Tiziano y Rubens. Su actividad, bastante prolífica, y su velocidad al pintar se reflejan en su apodo «Luca fà presto», palabras que al parecer su padre le decía para apremiarle en su trabajo. A los veinte años realiza una serie de lienzos para la Basílica de San Pietro Ad Aram y Santa María Donnaromita, (La derrota de Sísara) en Nápoles, en los que plasma su maestría y también el influjo de Ribera. A partir de esos años, su prestigio crece y recibe encargos de importancia para diversas iglesias italianas e incluso españolas. En Nápoles conoce a Mattia Preti, influyéndose mutuamente y es allí donde pinta su Virgen del baldaquino y es conocido que en 1665 era maestro del gremio de pintores. En 1677 trabajó en Montecassino y posteriormente marcha a Venecia. Giordano adquirió un estilo que fusionaba lo Veneciano y lo Romano. Combina la pompa ornamental de Paolo Veronese con esquemas complejos más vivos «a la gran manera» de Pietro da Cortona. En Venecia pintó frescos en la Basílica de Santa Maria della Salute. Entre 1682-83 pintó varias series de frescos en Florencia, incluyendo la cúpula de la Capilla de los Corsini en la Iglesia de Santa María del Carmine. En la manzana ocupada por el antiguo Palacio Medici pintó el techo de la Biblioteca Riccardiana (La Sabiduría liberada de la Esclavitud de la ignorancia) y el inmenso techo de la galería del Palacio Medici Riccardi. Los frescos incluyen en el centro la celebración hagiográfica prototípica de la familia Medici rodeada por una serie de espacios narrativos entrelazados: figuras alegóricas (Virtudes cardinales, Elementos de la Naturaleza) y episodios mitológicos (Neptuno y Anfítrite, el Rapto de Proserpina, la Procesión triunfal de Baco, la Muerte de Adonis, Ceres y Triptólemo).

El presente dibujo, boceto como se ha dicho del cuadro definitivo, hace referencia a los personajes de la Jerusalén libertada  de Torquato Tasso (1544-1595). Mientras los cruzados se acer­can a Jerusalén, el rey Aladino  manda robar de una iglesia, para colocarla en una mezquita, una imagen de la Virgen: al desaparecer ésta, Aladino manda que se haga una matanza general de cristianos. En la confusión que sigue a tan terrible orden, una joven, Sofronia, decide sacri­ficarse presentándose como autora del robo; pero, cuando está a punto de ser enviada a la hoguera, un joven, Olindo, que la amaba con abnegada devoción, aunque sin ser correspondido, se presenta, cual hace Niso  en la Eneida , y se proclama culpable ante los guardias. Entre ambos jóvenes se entabla una competición de he­roísmo, que recuerda otras análogas de la literatura clásica, como la de Orestes  y Pílades en la Ifigenia en Tauride, de Eurípides, hasta que llega la sentencia del rey, enviando a la muerte a ambos. En aquel momento supremo, Olin­do se atreve a confesar con apasionadas y audaces palabras su amor, pero Sofronia, absorta en su ideal de heroísmo religioso, sólo puede contestarle con palabras de fe: «Amigo, el tiempo urge para cosas más altas». La intervención de la guerrera Clorinda  habrá de obtener del rey la gra­cia de ambos jóvenes y Sofronia se casará con Olindo; pero tampoco ahora las pala­bras del poeta indican el goce de un mutuo amor. Este episodio arranca de un pasaje de Guillermo de Tiro, historiador de la cruzada, donde se narra que un joven se acusó y se sacrificó para salvar a los cris­tianos inculpados de haber profanado la mezquita de Ornar; pero — y la transfor­mación es significativa — Tasso convirtió al héroe en heroína, y envolvió a ésta en el aura de una pasión amorosa.

Bueno
Colección del Carmen